octubre 03, 2012

La Historia del Sofá (3ª parte)

Dos niñas y la mamá la familia componían, la madre no consentía ninguna inmoralidad, por eso para montar cuando la argolla le ardía, cosa que siempre ocurría, se rajaba a la amueblada, donde la ñata gozaba hasta que más no podía.
La mayor no era santa y al placer ya se entregó, al virgo degolló en un picnic de las barrancas. Era una linda potranca, viciosa y muy galanelera, imbatible tortillera, mamadora de carpeta y tenía una cajeta como flor de regadera.

La menor no resistía sus ansias y en mis espaldas, mientras la concha frotaba con los dientes me rompía, yo el tapizado perdía colgado por todos lados, estaba todo rajado, pues la leche me pudría y mis huesos crujían y estaba despatarrado.

Cuando la madre no estaba los buitres se presentaban, por un rato franeleaban y algunas copas bebían, y cuando el alcohol les subía, las porongas se paraban, y las cabezas se levantaban anunciando el placer, y las conchas de las mujeres de alegría se babeaban

La reunión celebraban en frenesí sin respeto, y arriba de mi esqueleto, una por vez las pijas babeaban, la mayor se la tragaba como si fuera una yema. En calentarlo se extrema al sentirse tan feliz y recibe en la nariz un litro de espesa crema.

La más chica se acomoda en donde estuvo su hermana, pero la enorme banana no le entraba ni por joda. La piba se rompe toda y llora desesperada. La cosa no se abre nada, el tipo entonces se inquieta y para ablandar la cajeta, le hace regia mineta que la deja sofocada.

El lobo se encuentra hambriento y aprovechando el aflojon, se la mete de un empujón, pierde la mina el aliento y comienza a patalear, se me hace mierda el respaldar, mis elásticos reventaron, me hacen astilla el muladar y termino de cagar.

Rodando los dos por la alfombra él seguía serruchando, ella estaba ya aflojando al sentir esa poronga, y el tipo que mete y ponga hasta el fondo la ensartó, la mina se desmayó y el cojudo de sus bolas, un queso gorgonzola en la argolla le metió.

Cuando por fin acabó, la pija siguió chorreando y la cajeta sangrando, porque el tipo la rompió, y aunque la concha le ardía la mina otra vez quería y el macho muy satisfecho, le largo todo el estrecho dentro de la cañería.

Poco después me tiraron al potrero para quemarme, cagando pude salvarme y así fue que me dejaron, las patas me abandonaron, un brazo se me quemo, el tapiz se me pudrió pero aun me queda un cacho entero. Vaya a la mierda el mueblero y a la puta que lo parió.


Fin.

Recuerda…

Disfruta el tiempo.
Sé fiel contigo.
Sigue tu camino.

Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate un espejo. 

Proverbio árabe

Hasta un nuevo encuentro…
Khyronthell


Ilustración: Andrew Posada

1 comentario:

Anónimo dijo...

No manches
ta wena tu historia
se la enseñare a todos mis amigos
jajaja
bien calientes las viejas esas
principalmente la menor
ta lleno de palabras tipo albur
me gusta

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