julio 11, 2008

Mokèlé-mbèmbé

El Mokèle-mbèmbé (en lingala "el que detiene los ríos"), también conocido como mbulu-embembe en Camerún; nyamala y amali en Gabón, es una bestia común de la mitología de varias culturas del África Central. Mayoritariamente se la ubica en los pantanos del río Likouala-aux-Herbes en la República Popular del Congo.

Los relatos y la tradición oral de varias tribus africanas lo describen como un animal de color gris pardo, de tamaño superior al de un elefante, de unos 4 a 6 metros de alto y 5 a 10 metros de largo; que tiene el cuello largo y flexible y un solo diente, aunque muy grande; otros relatos aseguran que se trata de un cuerno. Hay quienes hablan de una cola musculosa como la de un caimán. Se dice que vive en los ríos y trepa a las orillas en pleno día para buscar alimento y que su dieta estaría compuesta principalmente por vegetales, aunque hay reportes que dicen que cazarían humanos e hipopótamos. Sus huellas se parecen a las del hipopótamo, aunque son mayores y palmeadas; según algunos exploradores, son circulares, del tamaño de una sartén, con tres dedos.

Las historias sobre el Mokèlé-mbèmbé son aparentemente un antiguo componente de la tradición oral de varias tribus africanas, entre ellas la de los Pigmeos. Los pescadores nativos muestran una especial aversión a ciertas zonas pantanosas en donde se cree habita la criatura, en vista de su presunta habilidad para cazar humanos.

Hace poco tiempo, se dio a conocer un relato que describe una supuesta matanza en 1960, de un ejemplar de Mokèle-mbèmbé en las cercanías del Lago Télé. Según esta historia, un grupo de pigmeos de la zona pantanosa del Likouala construyó una pared para mantener a estas criaturas a raya. Una de ellas pudo atravesar la barrera, lo que originó la feroz respuesta de los nativos. William Gibbons señala: "El Pastor Thomas, quien conocía a los nativos, también mencionó que dos pigmeos imitaron los gritos del animal mientras era atacado y lanceado... más tarde se celebró un festín por la victoria, durante el cual partes del animal fueron cocinadas y consumidas. Sin embargo, aquéllos que participaron de la fiesta, eventualmente murieron, ya fuera por envenenamiento alimenticio o por causas naturales. En todo caso, debe subrayarse que los pigmeos rara vez viven más de 35 años, y que las mujeres de la etnia dan a luz desde los doce años. Algunas personas también creen que la mitificación relacionada con el Mokele-mbembes fue la que empezó con este incidente." (Sic)

La existencia de este extraño animal en las regiones pantanosas del corazón de África, es hoy un secreto a voces, como las de los nativos para los que su existencia está fuera de toda duda; como así también para los pocos occidentales que han podido ver a este excepcional animal, como el escritor y naturalista inglés Ivan T. Sanderson quien pudo ver en 1932 a esta criatura en una de sus expediciones por la pantanosa zona del río Mainyu, en el África ecuatorial occidental; el explorador, cuenta que se encontraba navegando junto con sus compañeros, cuando de una cueva cercana surgió un ruido ensordecedor y según relata él mismo: “vimos cómo algo enorme se levantó frente a nosotros, convirtiendo el agua en espuma, la cabeza negra de un animal semejante a una enorme foca, aunque mucho más ancha que larga”.

En 1982, el doctor Roy Mackal, de la Universidad de Chicago, organizó una exploración de la zona norte del lago Likouala, donde encontraron las huellas de un animal desconocido pero de tamaño superior a las de un elefante. Otra expedición de científicos de la universidad de Brazzaville: repitió pocos meses después el intento, y en esta ocasión, el biólogo Marcellín Agnagna y su equipo se encontraron frente a frente con ese animal. Se trataba de una especie con aspecto distinto a cualquier otra conocida hoy en día, y con una morfología muy similar a la de un gran dinosaurio saurópodo que, parecía surgido del Mesozoico, período del secundario en que los grandes saurios dominaban la Tierra.

Una de las últimas exploraciones la realizó un equipo de japoneses, entre marzo y abril de 1988, algunos de los cuales habían participado con anterioridad en otros viajes a la zona. Las marismas del lago Telle, en la misma región de Likouala fue el terreno elegido para realizar la expedición; numerosos lugareños habían testificado sobre su contacto directo con el monstruo. Uno de ellos afirmó haberlo visto entrar en el lago apenas un mes antes, y otro, un cazador de elefantes llamado Inmanuel Mongoumelo, dice que lo vio en los ríos Sanga y Bai, que están conectados con el lago Telle. Incluso varios de los ancianos de la aldea recuerdan que, a principios de siglo, una de estas criaturas fue cazada por los pigmeos de la cercana zona de Oumé.

Esta sospecha de que en algunas zonas apartadas del continente africano hay un extraño y enorme animal de costumbres anfibias no es algo reciente. Uno de los grandes exploradores y cazadores del pasado siglo, Alfred Aloysius Horn, cuenta que: "Las huellas de la bestia eran del tamaño de unas grandes sartenes, pero con tres enormes garras", al poder ver personalmente las pisadas de un desconocido animal que los indígenas del Camerún llamaban Jagonini, (buceador gigante); pero, también podría ser el caso, que el Mokèle-mbèmbé sea simplemente un mito persistente. En tal sentido, Hans Schomburgk, cazador de comienzos del siglo XX que fue contratado por Carl Hagenbeck para que capturara algunos ejemplares para su parque zoológico de Hamburgo, juzgó que: "Los nativos que desean complacer al visitante blanco y al mismo tiempo esperan alguna recompensa valiosa están demasiado dispuestos a garantizar que conocen un animal de piel azul, seis patas, un solo ojo y cuatro colmillos. El tamaño de la bestia dependerá de quien lo pregunte. El nativo dirá lo que cree que el hombre blanco desea escuchar". (Sjögren, 1980)

Recuerda…

Disfruta el tiempo.
Sé fiel contigo.
Sigue tu camino.

Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego.
Proverbio árabe

Hasta un nuevo encuentro…
Khyronthell

Ilustración: Les Edwars

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