El Viaje de Matías (2ª Parte)

Con una histeria ya descontrolada, arrojó la cafetera lejos de sí y se fue al cuarto a cambiarse. No calculó que esto pasaría, por lo que no hubo de dejar ropa para cambiarse, así que tubo que abrir la valija y sacar de allí algo que ponerse, dejando el traje para mandar a la tintorería.

No sabia bien con que se vestiría así que sacó un jean, una chomba de pique verde, un buzo y las zapatillas; estaba más que furioso, - ya son las cinco de la tarde, me esperan los chicos y yo en bolas – vociferaba.

Acomodó la valija lo mejor que pudo y fue al comedor, juntó las cartas de Virginia que habían quedado en el suelo y las guardó en la cajita de madera donde guardaba todo aquello que le regalaba Virginia: boletos de colectivo, servilletas de papel de varias confiterías en las que decía te amo o un corazoncito con los nombre de ambos y otras varias por el estilo. Ni bien terminó, sonó el teléfono una vez más, a los insultos corrió a atenderlo y continuó insultando mientras levantaba el tubo en un estado total de furia cuando, percibió la dulce y cálida voz de Virginia.

Se tranquilizó, pero no mucho; bufando como si el que estuviera ella del otro lado lo aliviara un poco, le comento lo ocurrido hasta ese momento y ella hecho a reír, Matías se disgustó, criticó por la hora, ya se habían echo las 18:05, y Vir tan dulce como siempre, le explico que Fede no podía pasar a buscarla y que se encontraban todos en la terminal, asíque iba a ir hasta su casa, que la esperara.

Cuando cortó, Matías calculó la hora, a Vir le tomaría entre 25 ó 30 minutos llegar, podrían estar juntos unos minutos, debiendo irse luego a lo de María Rosa, para estar con ella cerca de media hora. Tenia de viaje de su casa a lo de la madre unos 40 minutos, debía entonces apresurar el expediente como siempre decía.

Virginia se retrasó más de lo esperado, llegó cerca de las siete y cinco, y lo primero que Matías recriminó fue la hora, dio un gruñido y salió disparado como por un cañón hacia la puerta, Virginia entró y se saludaron cuando nuevamente sonó el teléfono. Se puso pálido, transpiro y la miró como diciéndole – atende vos - Virginia así lo entendió y levantó el tubo del aparto, muy cortésmente pidieron por Matías de parte de un amigo, sin especificar demasiado; él se acercó, llevo el tubo a su oreja y solo escuchó con una voz carrasposa y ronca - Adiós Matías - y le cortaron.

- Pero quien demonios es? - se pregunto sacudiendo el tubo del teléfono en la mano. Cortó y trató de llamar a su madre pero el teléfono ahora no tenia tono. Furioso, se olvido de todo, o al menos eso creyó y salio apresurado. Ya en la calle lo primero que hizo fue buscar un teléfono para llamar a María Rosa pero continuaba ocupado; entonces entró en el primer bar que encontró, pidió un whisky, pagó y lo tomó de un sorbo; estaba por demás alterado, Virginia lo miraba entre aterrada y pasmada cuando la tomó de la mano y paró un taxi; ya eran las 20:15 y Vir no hacia preguntas.

Ni bien hicieron unas tres o cuatro cuadras en el taxi, los paró la policía, que los documentos que esto que lo otro, Matías trataba de explicar de su viaje boleto en mano pero no hicieron caso del apuro y lo demoraron otros veintitanos minutos, hasta que al final siguieron viaje. Pero al llegar a la avenida Santa Fe y Esmeralda, a unas diez o doce cuadras de la terminal, el auto pinchó un neumático. Ahora estaba más que furioso, pagaron, bajaron y tomaron otro taxi y en unos diez minutos llegaron a Retiro nueve y veinte, en diez minutos salía el ómnibus. Corrieron por el hall central con el bolso de mano y la valija, hasta que llegaron a la plataforma de salida, la número 13; despachó la valija, era el último pasajero. Se dieron un beso muy apasionado con Virginia que pareció el último y Matías subió al micro. Por la ventanilla, le dijo cuanto la amaba y le pidió que le explicar a su madre lo ocurrido y que ni bien llegaba la llamaba y le escribía, a María Rosa le encantaba recibir cartas. Virginia, llena de lágrimas a todo le decía que si mientras el ómnibus partía y se perdía al final de la terminal.

Virginia se fue directo a la casa de María Rosa, llegó cerca de una hora mas tarde y le contó a su suegra todo lo que había pasado, se rieron, cenaron juntas y luego partió a su casa. Llegó cera de las 23.30, se duchó y se metió en la cama aún con lágrimas en los ojos; encendió el televisor como para relajarse y se durmió con la TV encendida. Horas más tarde, sonó el teléfono, era María Rosa que a los gritos y desesperada le pedía que ponga el noticiero; ni bien lo puso, quedo atónita y espantada; transmitían desde la ciudad de Chascomus a unos 200 Km. de Buenos Aires, contando que un micro que se dirigía al sur había chocado de frente con un camión, de tal gravedad y magnitud era el accidente que al parecer no había sobrevivientes, cuando enfocaron el micro y lo reconoció, era en el que viajaba Matías y las desesperación se apoderó de ella.

Quedaron con María Rosa en llamarse ni bien tuvieran novedades y, llorando a mares, se quedó expectante a las noticias hasta saber algo de Matías; pero no fue sino hasta cerca de las 4 de la madrugada que confirmaron que solo quedaban dos sobrevivientes en extremo estado de gravedad, detallando que uno era el chofer del camión y del otro no se tenían datos precisos.

En ese momento, sonó el teléfono en la casa de Virginia, atendió pero no le contestaron…

Fin

Recuerda…

Disfruta el tiempo.
Sé fiel contigo.
Sigue tu camino. 

Si no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?
Confucio

Hasta un nuevo encuentro…
Khyronthell

Ilustración: "The Black Guy" by Eduardo Dominguez