La historia del Holandés Errante o el Holandés Volador (The Flying Dutchman), es una de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas del mar, ya que circula desde hace más de 400 años. Se trata en pocas palabras de un barco fantasma que no puede volver a puerto, y está condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo.
La versión más conocida de la historia del Holandés Errante, cuenta que la nave de un tal capitán Vanderdecken, fue atrapada en una terrible tormenta cuando curvaba el cabo de Buena Esperanza. Los pasajeros aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas a intentara capear el temporal, pero el enloquecido capitán se rió de sus súplicas y atándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.
La versión más conocida de la historia del Holandés Errante, cuenta que la nave de un tal capitán Vanderdecken, fue atrapada en una terrible tormenta cuando curvaba el cabo de Buena Esperanza. Los pasajeros aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas a intentara capear el temporal, pero el enloquecido capitán se rió de sus súplicas y atándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.
La tripulación también se alarmó por la conducta de su capitán e intentó hacerse con el control de la nave, pero el intento de motín fue sofocado cuando Vanderdecken arrojó a su líder por la borda, mientras los horrorizados pasajeros y tripulantes se encomendaban a Dios. En respuesta a sus plegarias las nubes se abrieron y una luz incandescente iluminó el castillo de proa, dejando ver una figura gloriosa que según algunos, era el Espíritu Santo, y para otros, Dios.
Relatan que ésta figura se enfrentó con Vanderdecken y le dijo que, ya que disfrutaba con el sufrimiento ajeno, desde ese momento sería condenado a recorrer el océano eternamente, siempre en medio de una tempestad, y que provocaría la muerte de todos aquellos que lo vieran, que su único alimento sería el hierro al rojo vivo, su única bebida la hiel, y su única compañía el grumete, a quien le crecerían cuernos en la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija. Con estas palabras la visión desapareció, y con ella todos los pasajeros y tripulantes. Vanderdecken y el grumete quedaron abandonados a su destino.
Ésta es la versión clásica de la historia del Holandés Errante; pero hay quienes sostienen que la historia se originó a partir de un hecho real, aunque no hay acuerdo sobre cuales fueron esos sucesos. Hay una versión que nace de la saga escandinava de Stote, un vikingo que robó un anillo a los dioses y cuyo esqueleto, cubierto con un manto de fuego, fue hallado después sentado en el palo mayor de una nave negra y fantasmal.
Por otro lado, ciertas fuentes citan que fue el capitán holandés Bernard Fokke (siglo XVII) quien sirvió de modelo para la historia del buque fantasma. Fokke fue célebre por la extraña velocidad de crucero que alcanzaba en las travesías entre Holanda y Java, por lo que se sospechaba que había firmado un pacto con el demonio. Asimismo se dice que éste juró, de cara a una tormenta, que no daría marcha atrás hasta haber doblado el Cabo de Buena Esperanza aunque le costase llegar al Juicio Final. Se ha hablado también de un horrible crimen cometido a bordo del barco, e incluso de una terrible epidemia que infectó a la tripulación, por la cual no se le permitió desembarcar en ningún puerto, siendo condenados desde entonces (barco y marineros) a navegar eternamente, sin posibilidad de pisar tierra. Con respecto a las fechas en que hubo ocurrido, se mencionan los años 1641, 1680, 1729...
Esta historia establece algo más que una ficción, acaba siendo una funesta historia del mar para asustar a crédulos marineros de agua dulce en tabernas portuarias. Se cuenta que éste barco fantasma fue avistado en numerosas ocasiones, como por ejemplo, que el 3 de agosto de 1942, alrededor de las 21 hs cerca de Ciudad del Cabo, Nicholas Monsarrat dijo ver un barco de vela fantasmal al que le hizo señas pero no obtuvo ninguna respuesta; hay otra que dice que durante un día tranquilo de 1941, una muchedumbre en la playa Glencairn vio un barco con las velas llenas de viento, pero desapareció cuando esto estuvo a punto de estrellarse contra las rocas; también se dijo que fue visto en Muizenberg, en 1939.
Las versiones de la leyenda son innumerables y ha inspirado muchas obras de ficción. Algunas cuentan que la historia originariamente es holandesa donde el capitán recibe el nombre de Falkenburg, mientras que otras afirman que está basada en la obra de teatro The Flying Dutchman (1826) del dramaturgo inglés Edward Fitzball, o en la novela The Phantom Ship («El buque fantasma», 1837) de Frederick Marryat, donde da al capitán del barco el nombre de Van der Decken (que significa «en cubierta»).Otras versiones aluden a la ópera El holandés errante, de Richard Wagner (1841) y a The Flying Dutchman on Tappan Sea de Washington Irving (1855) donde el capitán recibe el de Ramhout van Dam.
Cabe recordar que existen muchos casos de barcos que fueron abandonados por su tripulación, creyendo que estaban a punto de zozobrar, y que luego siguieron a flote durante días, semanas, meses e incluso años; el más famoso de estos barcos es el Mary Celeste, pero no es el único, quizá una de las historias más notables sea la del Marlborough, que desapareció en 1890 mientras se dirigía de Australia a Inglaterra, hallando después de 23 años frente a las costas de Chile.
Si es verdad que el barco aun navega los mares o es simplemente un mito, quizás sólo lo sepan el mismo capitán y aquella figura que ante él se apareció; lo cierto es que la historia del Holandés Errante se ha extendido por todo el globo e incluso ha llegado al cine; por las dudas, veamos bien el horizonte porque resulta fácil imaginar el efecto en las mentes de supersticiosos, marinos o no, cuando ven al buque abandonado emerger súbitamente de la niebla.
Recuerda…
Disfruta el tiempo.
Sé fiel contigo.
Sigue tu camino.
La tierra tiene límites, pero la estupidez de la gente es ilimitada.
Gustave Flaubert
Hasta un nuevo encuentro…
Khyronthell
Ilustración: Anne Stokes
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